viernes, 14 de abril de 2017

Quiste pilonidal – causas y síntomas

Habitualmente los quistes pilonidales suelen permanecer asintomáticos, pudiendo descubrirse de forma accidental. El diagnóstico se realiza solamente por la clínica que presente el paciente. Bastará el examen por parte del especialista para objetivar que existe un quiste pilonidal. El diagnóstico diferencial debe realizarse con forúnculos, fístulas perianales y osteomielitis de sacro. Los quistes pilonidales son más comunes en hombres jóvenes y tienden a surgir en personas que se sientan durante períodos prolongados, como conductores de taxis o camiones. El quiste pilonidal, también llamado absceso pilonidal, es una lesión que se produce generalmente en la parte superior del pliegue que divide las nalgas, justo encima del ano. El quiste pilonidal es una enfermedad muy común, que generalmente no causa más complicaciones, a pesar de ser muy incómodo y tener difícil tratamiento en algunos casos.

Un quiste es un saco cerrado, formado por una membrana y con cierto contenido en su interior. La mayoría de los quistes que aparecen en nuestro cuerpo contiene líquido, como en el caso de quiste renal. En el interior del quiste hay pus, que pasa a ser llamado absceso. El término pilonidal significa “nido de pelos”. El quiste pilonidal recibió este nombre porque muy frecuentemente encontramos pelo dentro del quiste.

Los quistes pilonidales se forman preferentemente en la parte superior del pliegue que divide las nalgas, 4 a 5 cm por encima del ano, en la región del coxis, pero también pueden aparecer en otras localizaciones, como por ejemplo alrededor del ombligo, de la axila o del cuero cabelludo.
El quiste pilonidal es una condición que se presenta predominantemente en hombres jóvenes entre 15 y 25 años de edad. Los hombres con más de 40 años raramente desarrollan esta enfermedad.

Causas del quiste pilonidal

El origen del quiste pilonidal todavía no está totalmente esclarecido. Cuando la enfermedad fue descrita por la primera vez, a principios del siglo XIX, se pensaba que su origen era una malformación, que causaba la permanencia de tejidos embriológicos en la región subcutánea. Sin embargo, un gran aumento en la incidencia de la enfermedad en soldados durante la Segunda Guerra Mundial llevó a la comunidad científica a replantear sus orígenes. Solamente en el ejército norteamericano, más de 80.000 soldados presentaron casos de quiste pilonidal durante las batallas. Si era una enfermedad congénita, ¿cómo podrían tantos soldados desarrollarla en tan corto espacio de tiempo?

Actualmente, se considera el quiste pilonidal una enfermedad adquirida durante la vida. El mecanismo propuesto actualmente sería la penetración de pelos hacia dentro de la piel. Éstos se acumulan en el tejido subcutáneo y provocan una reacción inflamatoria, que lleva a la formación de quistes. En algunos casos, el pelo entra en la piel y forma un pequeño canal subcutáneo antes de dar lugar al quiste.

Los quistes pilonidales generalmente presentan pelos, pero no logramos encontrar un folículo piloso, lo que muestra que el pelo no nació en este lugar, pero sí fue empujado hasta allí.

Si junto con el pelo también hay invasión de bacterias, el quiste puede infectarse y formar pus. Como ya explicamos, un quiste infectado da lugar a un absceso.

El quiste pilonidal se produce más frecuentemente en gente joven, que a menudo presenta folículos pilosos más amplios, facilitando la penetración del pelo hacia dentro de la piel.
Otros factores de riesgo importantes son traumas en la región del coxis, actividades profesionales o deportivas que requieren mucho tiempo sentado, obesidad, exceso de pelo en la región del coxis o tener un pliegue profundo en las nalgas.

En el caso de la Segunda Guerra Mundial, el origen de muchos quistes pilonidales parece haber sido el excesivo tiempo en jeeps, que mantuvo a los soldados sentados durante mucho tiempo y aún causaba pequeños traumas en la región del coxis debido al terreno inestable que los vehículos andaban.

Síntomas del quiste pilonidal

El quiste pilonidal puede presentarse de diferentes maneras. Hay casos de pequeños quistes que no se infectan y, por lo tanto, permanecen asintomáticos durante mucho tiempo. Hay quistes que se inflaman y forman una especie de nódulo rojizo y doloroso por debajo de la piel. Los quistes pilonidales pueden crear uno o más canales y pueden fistulizar hacia la piel (formación de canales con orificios de salida en la piel). Si el quiste está infectado, el pus del absceso puede escurrir por estos canales y drenar por la piel.

Los quistes inflamados pueden presentar dolor e impedir el paciente de sentarse. La fiebre no es común y el paciente generalmente no tiene otras quejas además la lesión inflamada.

La mitad de los pacientes tiene una enfermedad aguda, con rápida formación de absceso, mientras que la otra mitad presenta una forma más crónica, con fistulización y drenaje persistente de material purulento a través del orificio.

Hay informes de que las formas crónicas, si no tratadas, pueden, después de algunos años, dar lugar a un carcinoma de células escamosas, que es una forma de cáncer de piel. Sin embargo, esta complicación es rara.

Tratamiento y cirugía para el quiste pilonidal

El tratamiento del quiste pilonidal se plantea cuando éste se complica y produce sintomatología. En su fase aguda, en caso de abscesificación, es recomendable el drenaje del material purulento para, en un segundo tiempo, proceder a la extirpación completa de la formación quística y de los trayectos fistulosos secundarios si es que existen.

El tratamiento del quiste pilonidal es quirúrgico. Antibióticos o medicamentos no solucionan el problema permanentemente. Inicialmente, una incisión pequeña de la piel bajo anestesia local es suficiente para drenar el contenido del quiste. Este procedimiento es simple y puede realizarse en forma ambulatoria, fuera del ambiente hospitalario.

El tiempo de recuperación total de este procedimiento puede llegar a 5 semanas. El problema es la alta tasa de recurrencia.

Si el quiste vuelve después del drenaje, puede requerirse una cirugía más extensa para la remoción total del mismo. En estos casos, el tiempo de recuperación es mucho más largo, llegando a tres meses.

La forma quirúrgica más eficaz es también la peor recuperación. El cirujano puede abrir la piel, quitar el quiste y dejar la herida abierta, sin dar puntos de sutura, para que ella cicatrice naturalmente (técnica llamada cicatrización por 2ª intención). Esta técnica tiene una tasa de recurrencia baja, pero necesita mucho cuidado con el apósito de la herida a fin de evitar infecciones locales mientras que ella todavía no esté completamente cicatrizada.

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