El dolor de cuello puede responder a una mala higiene postural, pero también a un exceso de estrés, por lo que es conveniente cuidar de nuestras emociones para evitarlo. Todos nosotros hemos sufrido –o sufriremos– dolor de cuello en algún momento de nuestra vida. Basta una mala posición, una pequeña sobrecarga e incluso un movimiento inadecuado para que aparezca.
Ahora bien, en algunos casos esta molestia puntual puede volverse crónica. Aspectos como la artrosis o las hernias discales degenerativas pueden hacer que el dolor sea más persistente y, por tanto, limitante.
Por nuestra parte , te recomendamos siempre que te pongas en manos de adecuados profesionales . A veces, un buen fisioterapeuta hace auténticos milagros.
No obstante, casi el 90% de los dolores de cuello acaban desapareciendo por sí solos. Tanto es así que, a veces, una buena noche de sueño y descanso es mucho mejor que un analgésico.
A continuación, te explicamos 5 datos sobre esta dolencia tan común que te servirán de ayuda.
1. El dolor de cuello y los mareos
El mareo puede puede deberse, sin duda, a muchísimas causas. Sin embargo, la debilidad, la pérdida de equilibrio o la desorientación en pacientes de entre 60 y 70 años se debe casi siempre a una causa común: el cuello. Los mareos se deben muchas veces a trastornos neurológicos derivados de problemas mecánicos de cuello asociados a la edad. Son”vértigos cervicogénicos”. En ocasiones, mucha gente asocia ese mareo a la debilidad, a un mal día o al cansancio . Sin embargo, lo que existe en realidad es un problema de columna, donde un giro brusco o un mal movimiento ocasiona mareos o desvanecimientos. Asimismo, podemos percibir también problemas de visión, náuseas y vómitos. A pesar de no ser un problema grave de salud, ocasiona mucha angustia y ansiedad. Es necesario que ante cualquier molestia, acudamos a nuestro médico de cabecera.
2. Las temidas contracturas y el estrés
Seguro que lo has experimentado más de una vez al acabar una jornada de trabajo: rigidez de nuca, dificultad para mover el cuello y dolor de cabeza. Estos síntomas definen la clásica contractura debido, casi siempre, a una combinación fatal: el estrés y una mala postura. Este problema suele durar, como mucho, entre un par de días o una semana. Sin embargo, durante ese tiempo casi no podremos hacer nada. Asimismo, no podemos olvidar algo importante. El propio estrés es un desencadenante del dolor de cuello. Aumenta la rigidez de la musculatura, dificulta la flexibilidad y tensa los nervios de esta zona hasta extenderse incluso a la cabeza. Si, además, mantenemos una mala postura durante horas, el problema se intensifica.
3. La artrosis de cuello: un problema demasiado común
El dato nos invita a pensar. La artrosis de cuello afecta a una pequeña parte de la población más joven, sin embargo, a partir de los 65 años casi el 90% de este grupo poblacional sufre dicho problema. La espondilosis cervical es una enfermedad degenerativa muy común. Las articulaciones se desgastan y es común sentir rigidez, mareos y dolor de cuello. Además, este problema viene acompañado por una sensación de hormigueo y pérdida de fuerza en un brazo o una mano.
El único dato positivo sobre esta dolencia incurable es que su avance es lento. Además, existen tratamientos que pueden ofrecernos una buena calidad de vida.
4. La hernia discal, limitante y dolorosa
A pesar de que la hernia discal es menos frecuentes que las hernias lumbares, su avance puede llegar a ser igual de problemático. La columna vertebral pierde su flexibilidad y elasticidad. Los ligamentos que rodean los discos se vuelven quebradizos y se desgarran, por lo que aparece el dolor de cuello, de espalda y la dificultad de movimiento. Además de dolor y rigidez en el cuello, podemos sentir también la pérdida de la sensibilidad en las extremidades superiores y mareos. Según nos indican los expertos, la hernia discal suele responder bien a los fármacos, al reposo y la rehabilitación. No obstante, en casos más graves la única opción es la cirugía.
5. Una adecuada higiene del sueño para evitar el dolor de cuello
Un sueño profundo y reparador de entre 8 y 10 horas nos permitiría aliviar, sobre todo, las clásicas contracturas asociadas al estrés. Ten en cuenta, además, que el insomnio crónico aumenta el riesgo de que podamos sufrir diversos trastornos músculo-esqueléticos. Así pues, procura cuidar de tu higiene del sueño haciendo uso también de almohadas apropiadas y un colchón firme y acorde a tu constitución. Ahora bien, es necesario además que cuides de la postura con la que vas a descansar en caso de tener dolor de cuello. A continuación, te dejamos unas pautas sencillas.
- No duermas sobre tu estómago, es decir, “boca abajo”.
- Evita usar una almohada que tienda a torcer de algún modo tu cuello.
- Los especialistas recomiendan usar una toalla enrollada y colocarla justo debajo de nuestros hombros. Verás qué alivio notas cuando despiertes a la mañana siguiente.
En conclusión, a pesar de que el dolor de cuello sea algo muy común entre la población, siempre puede tratarse.
Aspectos tan sencillos como cuidar de nuestro eje postural, de nuestra higiene del sueño y contar siempre con adecuados especialistas de la salud puede ayudarnos a tener una mejor calidad de vida.
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