Traigo
para compartir el relato que hace el doctor Oscar Godoy Beaudout (médico chileno) con el cual me identifico en varios puntos sobre
todo en aquellos en que a pesar de las evidencias reales y
constatadas en historias clínicas, hay médicos que se niegan a
aceptar sus beneficiosos resultados.
Esto
sucede con profesionales no dispuestos a aceptar que hay otras
alternativas que mejoran la salud y calidad de vida de nuestros
pacientes. No es al único al que le ha sucedido, yo pasé por algo
similar y otros colegas amigos también, incluso los pacientes y sus
familiares vienen prevenidos y amenazados por sus médicos de turno cuando comentaban que iban a tratarse con Osteopatía y Terapia
Neural.
EL
RECUERDO DE HOY
A
veces suceden cosas que debieran registrarse, comunicarse y
publicarse, pero solo quedan como anécdotas pasando al olvido en
poco tiempo. Al quedar por escrito, es posible que cual efecto
mariposa, sea posible que en alguna ocasión sirva a alguien como
experiencia para modificar conductas o evitar errores. Una de las
cosas nefastas que me ha tocado vivir es constatar la existencia de
personas en cargos de jefatura que, aún habiendo obtenido un título
importante, como es el de médico, jamás debieron haber pisado una
Facultad, y menos aún haber egresado y ejercer como tal.
Para
contextualizar el hecho, mencionaré que cuando fui trasladado al
hospital de Antofagasta, no bien entré, percibí un trato más bien
parco y poco cálido de la jefatura que me correspondía. Luego caí
en cuenta que habían sido advertidas de la llegada de este tipo
transgresor, que se hablaba de que hacía infiltraciones de nadie
sabía qué, como parte de tratamientos para dolor y enfermedades
crónicas. Y para peor, lo más indignante, habían pacientes que
testimoniaban su curación.
La
guinda de la torta.
O el
ají en el orto, dependiendo del punto de vista.
Como
mi traslado era mandato superior, no hubo forma de evitarlo, pero eso
no implicaba dejar sobrevivir al alien, así que empezó una campaña
de acoso cuyo fin último, era sacarme del servicio por malas
calificaciones. Como en todo hospital público, la demanda siempre
era mayor que la capacidad de cubrirla, así que para agilizar la
atención decidí llevar un ultrasonido que había dejado de usar en
consulta, puesto que la Terapia Neural era infinitamente superior en
el tratamiento del dolor. A las pocas semanas me dijeron que debía
retirarlo, perentoriamente. Obviamente no lo hice, ya que
descongestionaba la espera de pacientes. Al tiempo me encararon de
porqué no me lo había llevado. Respondí que porque no tenía una
razón valedera y me era muy útil en la atención de pacientes.
Si
me daban una razón atendible, me lo llevaba.
-
Porque no cumple con las exigencias estéticas del resto de los
equipos del servicio.
No
era 28 de diciembre, broma de inocentes no podía ser.
Era
un equipo antiguo, pero de la Siemens, de esos que funcionan 30 años
sin reparaciones, razón por la cual pagué 4 veces lo que costaban
otros, pero... por estética?
Eso
me valió una baja en calificaciones por desobedecer órdenes.
El
ambiente tomó un cariz incendiario, cuando la comisión revisora de
calificaciones, subió mis notas al máximo, porque durante 30 años
lo habían sido, y muchos de los que integraban esa comisión habían
sido mis pacientes.
Así
que ahí tenía que haber cucho encerrado.
Otro
episodio casi de antología se vivió cuando decidieron resucitar las
reuniones clínicas, que habían desaparecido hacía años. Una de
las principales razones de su escasez es porque la mayoría se da
cuenta que al no haber nada nuevo que contar, entonces las reuniones
clínicas se convierten en verdaderos bodrios lateros en que se
repite como gran novedad aquello que ya sabe un alumno de segundo
año.
- Tú
tienes que hacer una presentación sobre dolor de rodillas...
Ustedes
comprenderán que después de años de estudiar y practicar Terapia
Neural, Quiropraxia, y dolor miofascial cambia sustancialmente la
consideración de las etiologías reales de los múltiples síntomas
dolorosos que afectan no solo a una articulación, sino a la
humanidad. Una vez asentada esta convicción, no es posible de
ninguna manera, adaptar una presentación clínica para que cumpla
con las expectativas de quienes no tienen mayor conocimiento que el
común y corrientemente aceptado, pero nunca cuestionado a la luz de
la existencia de otras posibilidades diagnósticas y terapéuticas.
Me
resulta patético recordar sus caras de disconformidad y desagrado
mientras hablaba de subluxaciones de pelvis, puntos gatillo,
odontología neurofocal y otras variables, como causas etiológicas
de disturbios biomecánicos de la articulación. Me interrumpieron
varias veces para "recordarme" que debía atenerme a hablar
del hilo negro, o sea lo que ya todos ahí sabían desde que estaban
en la universidad. Luego de esa muy estresante experiencia, volvieron
a desaparecer indefinidamente las "reuniones clínicas".
Nunca
he podido entender que profesionales así, puedan tener
responsabilidad en intervenir en la salud de un enfermo. No sienten
responsabilidad por sus actos y para peor se sitúan en palos
intermedios -y con frecuencia altos- del gallinero, cuidándose de no
molestar mucho a quienes están al lado y menos aún a los de arriba,
pero descargando sin miramientos su excreción contra el resto.
La
prepotencia con que cubren su ignorancia es detestable.
Un
día, cuando creí haber obtenido evidencia clínica suficientemente
confiable sobre la etiología de la escoliosis, resolví pedir ayuda
para obtener ahora evidencia científica, ya que en el servicio había
electromiógrafo, con el cual podríamos hacer buena investigación
sobre el tema.
Cuando
le expuse la idea, me dijo escuetamente:
-
Eso no es de interés del servicio.
Por
respeto a la inteligencia de los lectores, no desmenuzaré el alcance
de su aseveración. Quizá hubiera sido diferente si ella hubiera
tenido un hijo con escoliosis. Ahí siempre les cambia la
sensibilidad, cuando el paciente se convierte en pariente. Eso lo
aprendí del Dr. Saiach. Y en no pocas ocasiones, una vez recibido el
beneficio les cae una amnesia lacunar o simplemente retrógrada en
todo sentido.
Paralelo
a esto, como derivaba muchos pacientes a odontólogo, muchísimos más
que en consulta, ya que en los hospitales públicos esta condición
adquiere caracteres de epidemia, trataba de convencer a uno de los
dentistas del hospital para que se interesara en el tema y poder
derivarle. Un día tuve la ingenua idea de llevarle un libro de
aurículopuntura en que se mencionaba la relación del tercer molar
con hombro doloroso. Mi argumento era que los chinos, cultura
milenaria caracterizada por su menor incidencia de enfermedades y
longevidad, no podían estar tan equivocados. Luego de ojear el libro
me dijo que habría que repetir los estudios científicos, más o
menos desde Pavlov en adelante, y en cuanto al libro, su sesudo,
razonado y bien argumentado comentario fue:
-
Bonitos los dibujos.
Cerrándolo,
con un mohín de indiferencia, me lo devolvió.
Poco
después tuve la oportunidad de vivir otro notable episodio.
La
Dra. Valdebenito tenía su consulta justo enfrente de la mía, y se
especializaba en nutrición. De vez en cuando derivaba algún
paciente que le confesaba padecer algún trastorno crónico. Una de
esas pacientes resultó un caso de fenómeno en segundos. Más de un
año de dolor lumbar y caderas le obligaba a desplazarse con
bastones, todo esto luego de un accidente en la escalera de su casa.
Tenía una severa subluxación de ambas sacroilíacas, razón
suficiente para ser refractaria a los AINES, corticoides,
miorrelajantes, y fisioterapia surtida. Su reducción resultó un
fenómeno en segundos pero no de la TN sino de la Quiropraxia. La
paciente no lo podía creer luego de levantarse de la camilla. Para
ser honesto, yo tampoco. Podía caminar sin bastones y se fue con
ellos bajo el brazo, y yo con una satisfacción incontenible.
Principal razón por la cual he perseverado en este camino.
Una
semana después la encuentro llorando frente a mi puerta, y
nuevamente con una claudicación no tan intensa, pero importante.
Qué
había pasado?
Que
ese día tenía control con la fisiatra, la que reaccionó mal al
verla entrar caminando sin los bastones que le había indicado.
- Es
que la Dra. Valdebenito hace una semana me derivó al consultorio de
Terapia Neural y me corrigieron una zafadura de la pelvis..
-
Imposible, eso no existe, la examinaré!
Según
el testimonio de la paciente, al bajar de la camilla, volvió a
sentir dolor al caminar, cosa que no tenía al llegar, por lo que le
reclamó a la doctora.
- Lo
que pasa es que lo que él hace es de corta duración.
-
Pues lo que es yo, no vuelvo más por acá, yo estaba bien al llegar
y míreme ahora!
De
ahí se dirigió a mi consulta en el segundo piso.
Volví
a reducir una de las sacroilíacas, y se fue bien.
Aquí
no cabe aquello de: Si no puedes vencerlos, entonces úneteles.
Suficiente.
Luego
de un tiempo, renuncié al servicio.
Con
el recuerdo fresco de aquél amigo que una vez me dijo: cuando
renuncies al servicio te arrepentirás..... de no haberlo hecho
antes.
Todas
estas vivencias pudieran tener una connotación negativa, pero si no
fuera por haber descubierto la Terapia Neural y otras formas
terapéuticas verdaderamente eficientes, pienso con desazón que tal
vez me parecerían normales estas actitudes y formas de pensar, y
probablemente sería un ladrillo más de esa pared dura, inflexible e
insensible.
Si
alguien quiere alguna vez empezar este camino , tenga conciencia que
invariablemente se enfrentará a alguno de estos profesionales que no
son tan escasos.
Tanto
que si volaran, pasaría nublado.
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