lunes, 18 de septiembre de 2017

Anécdotas e historias de trabajo

Traigo para compartir el relato que hace el doctor Oscar Godoy Beaudout (médico chileno) con el cual me identifico en varios puntos sobre todo en aquellos en que a pesar de las evidencias reales y constatadas en historias clínicas, hay médicos que se niegan a aceptar sus beneficiosos resultados.

Esto sucede con profesionales no dispuestos a aceptar que hay otras alternativas que mejoran la salud y calidad de vida de nuestros pacientes. No es al único al que le ha sucedido, yo pasé por algo similar y otros colegas amigos también, incluso los pacientes y sus familiares vienen prevenidos y amenazados por sus médicos de turno cuando comentaban que iban a tratarse con Osteopatía y Terapia Neural.

EL RECUERDO DE HOY

A veces suceden cosas que debieran registrarse, comunicarse y publicarse, pero solo quedan como anécdotas pasando al olvido en poco tiempo. Al quedar por escrito, es posible que cual efecto mariposa, sea posible que en alguna ocasión sirva a alguien como experiencia para modificar conductas o evitar errores. Una de las cosas nefastas que me ha tocado vivir es constatar la existencia de personas en cargos de jefatura que, aún habiendo obtenido un título importante, como es el de médico, jamás debieron haber pisado una Facultad, y menos aún haber egresado y ejercer como tal.

Para contextualizar el hecho, mencionaré que cuando fui trasladado al hospital de Antofagasta, no bien entré, percibí un trato más bien parco y poco cálido de la jefatura que me correspondía. Luego caí en cuenta que habían sido advertidas de la llegada de este tipo transgresor, que se hablaba de que hacía infiltraciones de nadie sabía qué, como parte de tratamientos para dolor y enfermedades crónicas. Y para peor, lo más indignante, habían pacientes que testimoniaban su curación.

La guinda de la torta.
O el ají en el orto, dependiendo del punto de vista.

Como mi traslado era mandato superior, no hubo forma de evitarlo, pero eso no implicaba dejar sobrevivir al alien, así que empezó una campaña de acoso cuyo fin último, era sacarme del servicio por malas calificaciones. Como en todo hospital público, la demanda siempre era mayor que la capacidad de cubrirla, así que para agilizar la atención decidí llevar un ultrasonido que había dejado de usar en consulta, puesto que la Terapia Neural era infinitamente superior en el tratamiento del dolor. A las pocas semanas me dijeron que debía retirarlo, perentoriamente. Obviamente no lo hice, ya que descongestionaba la espera de pacientes. Al tiempo me encararon de porqué no me lo había llevado. Respondí que porque no tenía una razón valedera y me era muy útil en la atención de pacientes.

Si me daban una razón atendible, me lo llevaba.
- Porque no cumple con las exigencias estéticas del resto de los equipos del servicio.
No era 28 de diciembre, broma de inocentes no podía ser.
Era un equipo antiguo, pero de la Siemens, de esos que funcionan 30 años sin reparaciones, razón por la cual pagué 4 veces lo que costaban otros, pero... por estética?
Eso me valió una baja en calificaciones por desobedecer órdenes.

El ambiente tomó un cariz incendiario, cuando la comisión revisora de calificaciones, subió mis notas al máximo, porque durante 30 años lo habían sido, y muchos de los que integraban esa comisión habían sido mis pacientes.

Así que ahí tenía que haber cucho encerrado.

Otro episodio casi de antología se vivió cuando decidieron resucitar las reuniones clínicas, que habían desaparecido hacía años. Una de las principales razones de su escasez es porque la mayoría se da cuenta que al no haber nada nuevo que contar, entonces las reuniones clínicas se convierten en verdaderos bodrios lateros en que se repite como gran novedad aquello que ya sabe un alumno de segundo año.

- Tú tienes que hacer una presentación sobre dolor de rodillas...

Ustedes comprenderán que después de años de estudiar y practicar Terapia Neural, Quiropraxia, y dolor miofascial cambia sustancialmente la consideración de las etiologías reales de los múltiples síntomas dolorosos que afectan no solo a una articulación, sino a la humanidad. Una vez asentada esta convicción, no es posible de ninguna manera, adaptar una presentación clínica para que cumpla con las expectativas de quienes no tienen mayor conocimiento que el común y corrientemente aceptado, pero nunca cuestionado a la luz de la existencia de otras posibilidades diagnósticas y terapéuticas.

Me resulta patético recordar sus caras de disconformidad y desagrado mientras hablaba de subluxaciones de pelvis, puntos gatillo, odontología neurofocal y otras variables, como causas etiológicas de disturbios biomecánicos de la articulación. Me interrumpieron varias veces para "recordarme" que debía atenerme a hablar del hilo negro, o sea lo que ya todos ahí sabían desde que estaban en la universidad. Luego de esa muy estresante experiencia, volvieron a desaparecer indefinidamente las "reuniones clínicas".

Nunca he podido entender que profesionales así, puedan tener responsabilidad en intervenir en la salud de un enfermo. No sienten responsabilidad por sus actos y para peor se sitúan en palos intermedios -y con frecuencia altos- del gallinero, cuidándose de no molestar mucho a quienes están al lado y menos aún a los de arriba, pero descargando sin miramientos su excreción contra el resto.

La prepotencia con que cubren su ignorancia es detestable.

Un día, cuando creí haber obtenido evidencia clínica suficientemente confiable sobre la etiología de la escoliosis, resolví pedir ayuda para obtener ahora evidencia científica, ya que en el servicio había electromiógrafo, con el cual podríamos hacer buena investigación sobre el tema.

Cuando le expuse la idea, me dijo escuetamente:
- Eso no es de interés del servicio.
Por respeto a la inteligencia de los lectores, no desmenuzaré el alcance de su aseveración. Quizá hubiera sido diferente si ella hubiera tenido un hijo con escoliosis. Ahí siempre les cambia la sensibilidad, cuando el paciente se convierte en pariente. Eso lo aprendí del Dr. Saiach. Y en no pocas ocasiones, una vez recibido el beneficio les cae una amnesia lacunar o simplemente retrógrada en todo sentido.

Paralelo a esto, como derivaba muchos pacientes a odontólogo, muchísimos más que en consulta, ya que en los hospitales públicos esta condición adquiere caracteres de epidemia, trataba de convencer a uno de los dentistas del hospital para que se interesara en el tema y poder derivarle. Un día tuve la ingenua idea de llevarle un libro de aurículopuntura en que se mencionaba la relación del tercer molar con hombro doloroso. Mi argumento era que los chinos, cultura milenaria caracterizada por su menor incidencia de enfermedades y longevidad, no podían estar tan equivocados. Luego de ojear el libro me dijo que habría que repetir los estudios científicos, más o menos desde Pavlov en adelante, y en cuanto al libro, su sesudo, razonado y bien argumentado comentario fue:

- Bonitos los dibujos.
Cerrándolo, con un mohín de indiferencia, me lo devolvió.

Poco después tuve la oportunidad de vivir otro notable episodio.

La Dra. Valdebenito tenía su consulta justo enfrente de la mía, y se especializaba en nutrición. De vez en cuando derivaba algún paciente que le confesaba padecer algún trastorno crónico. Una de esas pacientes resultó un caso de fenómeno en segundos. Más de un año de dolor lumbar y caderas le obligaba a desplazarse con bastones, todo esto luego de un accidente en la escalera de su casa. Tenía una severa subluxación de ambas sacroilíacas, razón suficiente para ser refractaria a los AINES, corticoides, miorrelajantes, y fisioterapia surtida. Su reducción resultó un fenómeno en segundos pero no de la TN sino de la Quiropraxia. La paciente no lo podía creer luego de levantarse de la camilla. Para ser honesto, yo tampoco. Podía caminar sin bastones y se fue con ellos bajo el brazo, y yo con una satisfacción incontenible. Principal razón por la cual he perseverado en este camino.

Una semana después la encuentro llorando frente a mi puerta, y nuevamente con una claudicación no tan intensa, pero importante.

Qué había pasado?

Que ese día tenía control con la fisiatra, la que reaccionó mal al verla entrar caminando sin los bastones que le había indicado.

- Es que la Dra. Valdebenito hace una semana me derivó al consultorio de Terapia Neural y me corrigieron una zafadura de la pelvis..
- Imposible, eso no existe, la examinaré!

Según el testimonio de la paciente, al bajar de la camilla, volvió a sentir dolor al caminar, cosa que no tenía al llegar, por lo que le reclamó a la doctora.

- Lo que pasa es que lo que él hace es de corta duración.
- Pues lo que es yo, no vuelvo más por acá, yo estaba bien al llegar y míreme ahora!

De ahí se dirigió a mi consulta en el segundo piso.
Volví a reducir una de las sacroilíacas, y se fue bien.
Aquí no cabe aquello de: Si no puedes vencerlos, entonces úneteles.

Suficiente.
Luego de un tiempo, renuncié al servicio.

Con el recuerdo fresco de aquél amigo que una vez me dijo: cuando renuncies al servicio te arrepentirás..... de no haberlo hecho antes.

Todas estas vivencias pudieran tener una connotación negativa, pero si no fuera por haber descubierto la Terapia Neural y otras formas terapéuticas verdaderamente eficientes, pienso con desazón que tal vez me parecerían normales estas actitudes y formas de pensar, y probablemente sería un ladrillo más de esa pared dura, inflexible e insensible.

Si alguien quiere alguna vez empezar este camino , tenga conciencia que invariablemente se enfrentará a alguno de estos profesionales que no son tan escasos.

Tanto que si volaran, pasaría nublado.
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